domingo, 9 de julio de 2017


«LA FLOR, QUE MURIÓ, DE SED» AUTOR: DAVE M.L.S. MARTINS 

Soy ese cáliz cristalino



Ese sol de diamante, ese arrebol de los sueños,  de un corazón delirante



Desangrándose, en tus labios



Los existencialistas, párpados, del alma



Una rama caída



La vesícula biliar, de dioses, de goma eva



El onírico, conjuro de Merlín.



Relampagueantes besos de estrellas, estrellándose, en tus labios



El corpúsculo del átomo, de la invulnerabilidad, de Aquiles



Diosas de cósmica levadura, perfumando mis mañanas



Soy... la divina falacia, de la boca de Judas



Los diabólicos cristales, de corazones, hechos trizas



El lodazal de las tinieblas... enterrando, mi memoria



La onírica luz del día



Un huracán de caricias, extintas



La morbosa alevosía, de una lanzada, a la cordura

Y sólo resta llorar, por lo que jamás, he podido ser: una palabra, enamorada, la letal mortaja, de nuestros sexos, un arco iris, en las lágrimas, del diablo..


Un bello poema


La esotérica divinidad, de nuestros besos


Tan sólo fui: ese punto oscuro, en el Triángulo de las Bermudas, el gélido soplo del mar, un relámpago de sueños estrellándose, en tus labios..


Tristemente, sólo fui: el crepuscular eclipse de la luna, la omnipotente melancolía del corazón de una flor herida, que acabó por morir de sed.

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