Y besé
tus labios de lasciva fresa, y acaricié con mi saliva las luminarias de tu
pelo.
Y
mordí tus pechos… y arañé desesperado, como lobo el almibarado papiro de tu
cuerpo. Y te cogí. Mientras gemías como puta, como loca, y una crisálida de
semen, floreció de los volcanes del amor. Y te empotré contra la mesa, y
rabiosos tus gemidos, fueron suspiros de canela.
Dulce
melodía del orgasmo del corazón las estrellas, solo el cósmico rocío del elixir
de una flor.
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